Picaña. Valencia.
Este es uno de esos proyectos que salen solos. En los que fluye la magia entre arquitecto y promotor. Tras él hay muchas horas de trabajo, de reflexión, de errores y aciertos, pero, una vez finalizado, cuando ves los planos, parece que todo haya sido un juego, que no haya esfuerzo alguno. Como decía el maestro De la Sota, “La arquitectura da risa, la vida no…..”.
La vivienda surge por la necesidad del cliente, un matrimonio joven con dos hijos, de mayor espacio para la familia. Una de las premisas es disponer de zonas exteriores para juego de los niños y que éstas, a su vez pudieran estar controladas por los padres en cualquier momento. Así pues, la propuesta consiste en un espacio continuo donde el interior y el exterior forman un solo espacio para ser vivido. No existe el hueco. Se produce un juego entre masa y vacío por donde fluye el espacio dando continuidad a éste por toda la parcela.
La planta alta alberga los dormitorios que se disponen alrededor del hueco de la escalera que además permite la comunicación visual con la planta baja, buscando siempre una visión unitaria de la casa. Se conforma una caja que vuela sobre la planta baja en ambas fachadas, creando espacios cubiertos exteriores donde disfrutar del aire libre.